Textos bíblicos comentados
abril
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor. 22Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».”
En nuestro mundo, es fácil sentirse presionado para conseguir lo más nuevo, ya sea porque es más rápido, tiene más funciones o simplemente tiene mejor aspecto. Al mismo tiempo, existe un fuerte sentimiento de nostalgia por el pasado, cuando las cosas eran supuestamente mejores.
La Biblia parece ofrecernos a menudo consejos contradictorios. Por ejemplo, en el libro del profeta Jeremías, capítulo 6, versículo 16, Dios nos dice: «Párate en las encrucijadas y mira; pregunta por los caminos antiguos». Sin embargo, más adelante, en el capítulo 31, versículo 31, dice que «hará una nueva alianza con la casa de Israel y la casa de Judá».
Esta tensión entre lo antiguo y lo nuevo parece universal y, por tanto, también estaba presente en la época de Jesús. Quizá sea más evidente en el propio Jesús: él es el cumplimiento de antiguas profecías, pero de una forma muy nueva e inesperada.
En el texto anterior, Jesús se enfrenta a la siguiente pregunta: puesto que su enseñanza es nueva, ¿deben los que la siguen abandonar los ritos y tradiciones judíos? Como sucede a menudo, Jesús no se limita a responder a la pregunta, sino que revela dónde debe situarse el verdadero centro de atención. Para él, tanto lo nuevo como lo viejo tienen su lugar, siempre que no perdamos de vista el objetivo último de cualquier acto de fe: dar gloria a Dios.
¿Cómo equilibrar el deseo de nuevas expresiones e ideas con el aprecio y el respeto por las tradiciones y el pasado?
¿De qué manera puedes asegurarte de que tus acciones, arraigadas en la tradición o en la innovación, den en última instancia gloria a Dios?