Jesús desenrolló el rollo del libro del profeta y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para anunciar la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos.

Los que adoráis al Señor, esperad bienes, alegría perpetua y misericordia.

Dios creó al hombre para una existencia de eternidad; y lo hizo a imagen de su mismo ser.

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria.

Jesús dice: ¡No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas! No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.

Jesús dice: Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo. No juzguéis, y no seréis juzgados.

Pero revestíos todos de humildad en el trato mutuo, porque Dios concede gracia a los humildes.

Luego de haber presentado al niño Jesús en el Templo, su padres regresaron con él a Galilea, a su ciudad natal Nazaret. El niño crecía y se fortalecía; estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios.