Charles-Eugène Magnin, entró en la comunidad de Taizé en 1958, falleció en paz en Taizé en la noche del 3 al 4 de diciembre de 2024, a sus 87 años, tras una larga enfermedad. La celebración de acción de gracias por su vida tendrá lugar el lunes 9 de diciembre a las 15h en la Iglesia de la Reconciliación de Taizé.
Nació en Suiza, en 1938, en Saint-Sulpice, en el cantón de Neuchâtel. Como joven estudiante de teología en Neuchâtel, entró en la comunidad de Taizé en 1958. Continuando sus estudios mientras vivía entre Taizé y Neuchâtel. Trabajó en la investigación de su profesor Jean-Louis Leuba sobre los concilios ecuménicos en el pensamiento de los Reformadores. En 1961, se traslada a Taizé y se compromete para toda la vida en la comunidad. En 1962, pasó medio año en la parroquia de la colegiata de Neuchâtel, antes de ser ordenado pastor en 1963 en Le Locle.
Desde su llegada a Taizé, asistió al hermano Roger hasta la muerte de éste en 2005. Fue responsable del secretariado. Acompañó al prior de Taizé durante las sesiones del Concilio Vaticano II y las visitas anuales a los Papas Pablo VI y Juan Pablo II. Con el hermano Roger y un equipo intercontinental de jóvenes, estuvo en Calcuta, Hong Kong, Nairobi y Temuco a finales de los años 70 y ayudó a redactar las cartas escritas en esas ocasiones para ser meditadas y discutidas en los encuentros de Taizé.
Era la memoria viva de Taizé. De 2011 a 2023, editó los diez volúmenes de la colección «Los escritos del hermano Roger, fundador de Taizé». En los últimos años de su vida, luchando contra la enfermedad, no dejó de implicarse plenamente en la vida de la comunidad. Ayudó a acoger a los refugiados yezidíes, trabajó en el jardín y en el taller de infusiones, y acompañó la publicación del libro « Through the Iron Curtain » («A través del telón de acero»), que relata los vínculos de Taizé con los cristianos de los países de Europa del Este en aquella época.
A lo largo de su vida en Taizé, ejerció un ministerio de acompañamiento a los participantes en los retiros, los voluntarios y los hermanos de la comunidad. El hermano Charles-Eugène tenía el don de animar a los demás. Su cuerpo estaba cansado por la enfermedad, pero su espíritu estuvo alerta hasta el último día de su vida. Su incomparable conocimiento de la historia de Taizé no estaba teñido de nostalgia: se implicaba plenamente en los nuevos pasos que la comunidad se veía abocada a dar.