TAIZÉ

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20 de marzo de 2016 | Artículo del hermano Alois

Lista de los periódicos que publicaron el artículo:

  • “Magyar Nemzet Magazin” (Hungría)
  • “Dennik N” (Eslovaquia)
  • “Lidove noviny” (República checa)
  • “Przewodnik Katolicki” (Polonia)
  • “La Croix” (Francia)
  • “La Libre Belgique” (Bélgica)
  • “Nederlands Dagblad” (Holanda)
  • “Church Times” (Inglaterra)
  • “Avvenire” (Italia)
  • “Publico” (Portugal)

Vayamos más allá del miedo a las migraciones

Por todo el mundo, mujeres, hombres y niños se ven obligados a dejar su tierra. Es su sufrimiento lo que crea en ellos una motivación para partir. Este sufrimiento es más fuerte que todas las barreras que se alzan para obstaculizar su camino. Puedo dar fe de ello, después de mi reciente estancia de unos días en Siria. En Homs, el grado de destrucción provocado por los bombardeos es inimaginable. Una gran parte de la ciudad está en ruinas. He visto una ciudad fantasma y he sentido la desesperación de los habitantes de este país.

Hoy son sirios los que confluyen hacia Europa, mañana serán otros pueblos. Los grandes flujos migratorios que estamos presenciando son inevitables. No darse cuenta de ello sería ser corto de miras. Buscar cómo regular estos flujos es legítimo e incluso necesario, pero querer impedirlos levantando alambradas erizadas de púas es absolutamente inútil.

Ante esta situación, el miedo es comprensible. Resistir a él no significa que el miedo deba desaparecer, sino que no debe paralizarnos. No permitamos que el rechazo al extranjero se arraigue en nuestra mente, porque el rechazo al otro es el germen de la barbarie.

Como primer paso, los países ricos deberían adquirir más clara conciencia de que tienen una parte de responsabilidad en las heridas de la historia que han provocado, y que continúan provocando, inmensas migraciones, especialmente desde África y Oriente Medio. Y hoy, determinadas decisiones políticas siguen siendo fuente de inestabilidad en estas regiones. Un segundo paso debería llevarlos a ir más allá del miedo al extranjero, a las diferencias culturales, y a comenzar valientemente a modelar el nuevo rostro que las migraciones están dando ya a nuestras sociedades occidentales.

En lugar de ver en el extranjero una amenaza para nuestro nivel de vida o nuestra cultura, acojámosle como un miembro de la misma familia humana. Y descubriremos que, si bien el flujo de refugiados y de migrantes crea sin duda dificultades, puede ser también una oportunidad. Estudios recientes muestran el impacto positivo del fenómeno migratorio, en la demografía y en la economía. ¿Por qué tantos discursos subrayan de tal manera las dificultades, sin poner nunca de relieve lo positivo? Quienes llaman a la puerta de países más ricos que el suyo impulsan a éstos a ser más solidarios. ¿Acaso no les ayudan a tomar un nuevo aliento?

Querría mencionar aquí nuestra experiencia en Taizé. Es humilde y limitada pero muy real. Desde noviembre del año pasado, en colaboración con el gobierno local, la mancomunidad a la que pertenece nuestra aldea y asociaciones locales, alojamos en Taizé a once jóvenes migrantes sudaneses – la mayor parte de Darfour – y de Afganistán, todos ellos llegados desde la «jungla» de Calais. Su llegada ha despertado un impresionante impulso de solidaridad en nuestra región : voluntarios que vienen a enseñarles francés, médicos que les tratan gratuitamente, vecinos que les llevan de excursión por los alrededores y a pasear en bicicleta… Rodeados por esta amistad, estos jóvenes, que han atravesado experiencias trágicas en su vida, están reconstruyéndose. Y un sencillo contacto, como éste, con personas musulmanas, cambia la mirada de quiénes les rodean.

En la aldea, estos jóvenes también han sido acogidos por familias de diversos países – Vietnam, Laos, Bosnia, Ruanda, Egipto, Iraq – que llegaron a Taizé a lo largo de las décadas anteriores y que hoy forman parte integral del entorno. Todos ellos han experimentado grandes sufrimientos pero aportan vitalidad a nuestro pueblo gracias a la riqueza y la diversidad de sus culturas.

Si una experiencia como esta es posible a pequeña escala, ¿por qué no sería posible a una escala mucho mayor? Es un error pensar que la xenofobia es el sentimiento más ampliamente compartido – a menudo, se trata sobre todo de desconocimiento. En cuanto son posibles los encuentros personales, los miedos dejan paso a la fraternidad. Ésta implica ponerse en el lugar del otro. La fraternidad es el único camino para preparar un futuro de paz.

Asumiendo juntos las responsabilidades a las que llama esta ola migratoria, en lugar de poner en juego los miedos, los responsables políticos podrían ayudar a la Unión Europea a recobrar un dinamismo que ha decaído.

Toda una joven generación europea ansía esta apertura. Lo sabemos bien, habiendo acogido desde hace muchos años, en nuestra colina de Taizé, a decenas de millares de jóvenes de todo el continente que participan semana a semana en encuentros internacionales. A sus ojos la construcción de Europa solo encuentra su verdadero sentido si se muestra solidaria con los otros continentes y con los pueblos más pobres.

Muchos jóvenes europeos encuentran difícil comprender a sus gobiernos cuando estos manifiestan la intención de cerrar las fronteras. Estos jóvenes piden, antes bien, que la globalización de la economía esté asociada a una globalización de la solidaridad, y que se exprese, especialmente, ofreciendo una acogida digna y responsable a los migrantes. Muchos de ellos están dispuestos a colaborar. Atrevámonos a confiar en que también la generosidad tiene un papel clave que jugar en la vida pública.


11 de enero de 2016 | El Hermano Alois ha pasado la Navidad en Siria

En la víspera del encuentro europeo de jóvenes de Valencia, el hermano Alois llegó a España directamente desde Siria. Él pasó la Navidad en Homs, cerca de quienes sufren a cauda de la violencia, en una ciudad en ruinas. Previamente había estado unos días en Beirut con dos hermanos de la comunidad que han vivido durante dos meses en el Líbano con los refugiados.

El lunes por la tarde, el hermano Alois habló sobre su viaje a Oriente Medio durante su primera meditación a los jóvenes participantes en el encuentro europeo.

8 de febrero de 2015 | Se reanudan las grandes semanas de encuentros

Tras la tranquilidad habitual del invierno, se han reanudado las grandes semanas de encuentros. Durante las dos últimas semanas, más de 3000 jóvenes han visitado la colina, la mayoría estudiantes franceses y portugueses de secundaria. Los grupos más numerosos vinieron de Toulouse, Saint-Denis y Lyon en Francia, y Viseu y Santarem en Portugal. Los obispos de Angers, Rodez y Saint-Denis acompañaron a los jóvenes franceses. Otros países estuvieron bien representados, como la República Checa, Corea y los Estados Unidos, de donde nos visitaron una treintena de adolescentes neoyorquinos.

El primer día de la semana de oración por la unidad de los cristianos, el 18 de enero, se celebró en Taizé, en la Iglesia de la Reconciliación, una oración que contó con la presencia del obispo de Autun y el pastor de Chalon-sur-Saône. Los cristianos brasileños prepararon el tema de esta semana, por ello, dos hermanos que vivieron en este país animaron un encuentro sobre la vida de la fraternidad en Alagoinhas

Dos semanas más tarde, una vez acabado el consejo que la comunidad realiza anual, los hermanos vivieron una bonita tarde en Chalon-sur-Saône, con una oración en una iglesia del centro de la ciudad y una visita a la comunidad musulmana: era importante, después de los acontecimientos trágicos del principio del año en París, vivir un encuentro así y ser calurosamente acogidos por el imán y los creyentes reunidos aquel sábado por la tarde.

20 de enero de 2015 | Ecos de los encuentros

El Pastor Laurent Schlumberger, Presidente de la Iglesia Protestante Unida de Francia, estuvo recientemente en Taizé para una visita personal. Se reunió con algunos jóvenes y hablaron sobre las consecuencias de los trágicos acontecimientos en París. Robin, un joven francés comparte su reacción en este encuentro:

Los trágicos acontecimientos en Parías nos afectan como personas, creyentes y cristianos. En nuestro encuentro salieron a la luz varias reflexiones y preguntas: Como personas, nos sentimos choqueados por tanta violencia y tanto miedo. Como creyentes, nuestra total solidaridad con todos los musulmanes que no se reconocen en estos actos y que, a través del testimonio de su vida buscan mostrar que Dios es amor. Por último, como cristianos, tenemos una especial sensibilidad con la blasfemia y la caricatura. Jesús mismo caricaturiza la sociedad de su tiempo a través de sus parábolas, y fue juzgado y condenado a muerte por blasfemia, porque "él afirmó ser el Hijo de Dios" (Jn. 19,7).
 
Después de las manifestaciones del 11 de enero, podemos ver que más allá de la defensa de la libertad de expresión, hay un deseo por la unidad y el diálogo. En una sociedad carente de referentes y afligida frente a la violencia, ¿tendremos los cristianos un papel que jugar ? ¿Nos atrevemos a dialogar con aquellos que nos rodean y con los miembros de las comunidades musulmanas que están cerca de nosotros ?